Una fugaz escapada al Barrio Chino y Museo de Arte Español Enrique Larreta

Ah.... como decía el gran dramaturg-misantropeur-psicological philosopher Pancho Ibañez..... todo tiene que ver con todo. Buenos Aires es un espacio renuente a miradas y gustos plueblerinos por lo que la infausta seren no se encuentra a sus anchas entre 4 carísimas paredes y a la mano de las vistas mas buscadas de la ciudad. De chapalear barro y perseguir chanchos ha pasado sin anestesia al subterráneo y el control remoto que hace lo que quiere..... de lavar la ropa a mano a llevarla al lavadero. ¡ Y el microondas ! Un entretenido combate de catch en el que llevo la peor parte: esa cosa calienta mucho, hierve lo que deseo descongelar y constantemente chilla con esa campanita cargosa.
Ayer me estrené como cocinera. Y no hubo opción: mi pareja se enfermó y no me quedó otra alternativa que pelar unas papas y ponerlas a hervir mientras tiraba en la parrilla pollo. Las papas se deshicieron y el pollo se secó. Pero para empezar... bastante bien.
Aparte de los aspectos cavernícolas de mi ADN me distingo por mirar a esta gigantesca ciudad con ojos de turista: la camino, la husmeo, la persigo..... El turno del sábado correspondió al barrio chino y el Museo de Arte Español Enrique Larreta ( que están ubicados muy cerca uno de otro ).

En el barrio chino me ensalcé con sonido y olores desconocidos, curiosié acá y allá caminando medio sin rumbo, solo por el placer de caminar. La convaleciente criatura que ofició de acompañante.... entre resoplido y caras circunspectas, siguió mansamente los pasos de la dinámica colejuntadora.
Sacamos fotos y mas fotos aquí y allá. Y acto seguido de lleno al museo: un imperdible.
La espléndida colección de Arte Español del escritor Enrique Larreta fallecido en 1961 es un paso obligado para los fanáticos de los retablos: me quedé extasiada con ellos. Pero además los muebles del siglo XVI, los braceros, óleos invaluables y el jardín andaluz son un escándalo de belleza.