Es extremadamente guapa, de plástico de gran calidad, con buen agarre y un maravilloso plumín.
Quizás lo menos amable de la pluma es el precio: en ese rango tiene mucha competencia y es como que pasa inadvertida.
Acompaña a la Pilot Kakuno un poema:
La luz que se cuela me nubla, me condena
Nada cambiará, todo es para siempre:
El cielo, los árboles, el paraíso, el infierno.
Todo es igual, ya no quiero engañarme
nunca mejorará, nunca volverás.
Ya no sueño, no tengo esperanzas.
Lo lamento, sé que lo lamentás.
Hay fuegos en los que ni siquiera queda ceniza,
ni lágrimas, ni recuerdos.
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