Los todistas son una raza en extinción: especialistas en no tener especialidades; estrategas en no tener estrategias; decididos a no tomar decisiones; carentes de vocación y el sentido especulativo de la conveniencia y la oportunidad. Seren, la señora que escribe en este blog, ha desarrollado, durante su amplio y diversificado paso por el todismo, todo tipo de diligencias laborales dignas de una pesadilla de Borges: lavaplatos, mucama, cartonera, canillita, empleada de veterinaria; barman, camarera, ayudante de sastre, vendedora ambulante, albañil, barista. Ella vendría a ser lo que en inglés se llama 'blue collar', o la gente que no tiene título universitario y desempeña tareas no profesionales. Esta mujer, como el resto de los todistas, tiene un sentido y comprensión estético mas bien ecléctico y difuso. No sabe la diferencia entre Barroco y Rococó; siempre supuso que Manet era Monet ( o viceversa ); o confunde el Art Decó con el Art Nouveau. Escribe con faltas de ortografía, se desentiende de la sintaxis, no entiende dónde van las comas; pero por otra lado, gusta de sacar fotos, martirizar relojes, ir a museos, visitar artistas y contar qué ve y cómo lo siente y experimenta. Señoras y señores, no los entretengo mas: Bienvenidos a Seren Vintage Watch Gallery

El Forjador

El Forjador sigue allí, con el martillo en alto.
Sigue allí, anacrónico pero atento. Atrás quedaron los días en los que Domingo Nocetti mostraba sus máquinas agrícolas en el taller cuyos perfiles de hierro tenían la impronta de Eiffel, nada menos.
Los fierros del galpón y la estructura metálica habían sido moldeados en el mítico taller del creador de la gran torre parisina. Y ahora, en aquel fin de siglo XIX los hierros empezaron a dar forma a " El Forjador ": local de exposición y ventas de maquinaria agrícola con ese muy particular nombre de fantasía.
La escultura muy deteriorada del forjador sigue allí oteando al vanidoso resto de la ciudad. Su brazo derecho en alto, la tenaza en la otra. El yunque, la posición de duro trabajo; la mirada pérdida y atenta - parece una contradicción pero no lo es -. El cuerpo tenso, alerta, listo para el golpe que dará forma al hierro que espera solemne ser partícipe de la historia.

La historia para este forjador no terminó. Desde el remate del edificio que aún sigue en pie en Perú 535 da la bienvenida a todo aquel que levanta la vista y le sonríe, le saca fotos, lo mira curioso, lo sueña despierto. El Forjador sigue para nosotros en lo mas alto de su formidable postura olímpica, de su maravillosa actualidad y belleza.
Sigue El Forjador, sigue.






  

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